lunes, 12 de septiembre de 2011

Mulholland Drive

Sin duda los amantes del cine con giros inesperados o carentes de sentido, que obligan a trabajar la mente y no dar todo hecho al espectador, encontrarán en Mulholland Drive una obra de su agrado.

El caótico Lynch inventa una atmósfera que parece verídica al principio, pero la historia que se desarrolla va dejando caer pequeñas piezas que se intuyen fuera de nuestro alcance, confluyendo a un torrente de sinsentidos (frases que se repiten, escenas surrealistas) donde aparece un clima completamente distinto al del resto de la obra, para finalmente desembocar en lo irracional.



Sin darnos cuenta, la realidad que habíamos hecho nuestra desaparece y nos encontramos desorientados, buscando sin mérito una explicación. Ésta irá llegando lentamente y de forma translúcida a lo largo de la siguiente parte del film, aunque no es fácil de intuir.

En la película se mezclan los sueños con los sucesos certeros; sueños que el espectador no reconoce como tales, pues en un principio no somos capaces de relacionar las pistas que nos deja la continua presencia de la voluntad del soñador .

Naomi Watts y Laura Elena Harring están mágnificas en sus respectivos papeles; cabe destacar la asombrosa transformación de Watts, interpretando con maestría dos personalidades completamente opuestas.




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